Julián lleva un sueño en su corazón desde que tenía 13 años, el sueño de millones de niños y jóvenes en el mundo, pisar el Santiago Bernabéu, pero no como un espectador, no, este sueño va mucho más allá. Julián quiere pisar la grama y ser el que desborde por derecha (es extremo derecho) y en una jugada inesperada hacer una pared con el delantero y marcar un gol que se quede en la historia, quiere ser recordado, dejar una huella imborrable en nuestra memoria. Julián tiene una edad en donde siente que el tiempo se le agota para lograr su sueño, quizás a sus 19 años ya “debería” como le dicen muchos, ser un profesional, pero hay algo más que lo mueve, es un fuego interno que hace que esas palabras no tengan eco en él, entrena cada día para ser el mejor, no le importa hacerlo en un patio de 4m x 3m , en donde no hay un centímetro de césped y está lejos de tener un arco en donde practicar sus mejores remates con ambas piernas.
Esta es la realidad del deporte en nuestro mundo presente, un mundo que ha tenido que encerrarse para protegerse de sí mismo. Esta nueva dinámica nos ha llevado a valorar tanto el practicarlo como el poder apreciar a los grandes exponentes, que ahora procuran mantener sus condiciones desde sus casas. Es aquí donde vemos los precios a pagar y recompensas de los deportistas en medio de la pandemia.
La nueva realidad llegó de una manera quizás traumática para muchos, Julián es uno de esos miles de jóvenes que tendrán que esperar esas oportunidades que cambien sus vidas, los precios que ha pagado y que pasan desde su parte física hasta la emocional son muy altos, para él la práctica en el campo es fundamental en su etapa de formación, ahí incorpora todas las habilidades que lo van convirtiendo en un profesional, el interiorizar el modelo de juego, pulir su técnica, el desarrollo de su potencial físico y su capacidad de decisión, ahora todo se reduce a lo que pueda mantener desde la “incomodidad” de su casa. Su preparación en todos los ámbitos tiene una gran desventaja, él no cuenta con un equipo técnico que lo guie en medio de esta situación, procura llevar su entrenamiento por sí mismo y sin un acompañamiento, las ganas y su objetivo siguen intactos. Pero no solo son físicos, tácticos y técnicos los precios que ha pagado, también su parte emocional se ha visto afectada y es ahí en donde hay una gran oportunidad para tener una ventaja.
Todo lo que nosotros hacemos está precedido por emociones y en eso, no importa nuestra edad, nuestra profesión, aquí también tienen cabida los deportistas, en fin, los seres humanos, en medio de todo aparece la ansiedad (que tiene como base el miedo), la tristeza (la perdida), la frustración (no poder lograr algo), la impotencia (aquello que no depende de mí), el miedo (algo amenaza el futuro), entre muchas otras emociones que cambian la manera de ver y sentir en medio de la nueva realidad para bien o para mal. Pero… ¿Por qué es tan importante poder mirar estas emociones como una ventaja en medio de esta situación? La respuesta, porque las podemos cambiar y para lograrlo no necesitamos de campos deportivos, grandes extensiones de terreno, una cancha, un cuerpo técnico, quizás sí un acompañamiento para poder lograrlo. Se requiere desafiar todo aquello que creemos como verdad, ¿será esta situación el fin de nuestras oportunidades o un momento único para crecer?
Los paradigmas determinan nuestro futuro y alrededor de ellos construiremos mundos posibles, nuestro mundo será tan grande como nuestros paradigmas nos lo permitan, no basta el talento, porque estas emociones siempre nos condicionan, por ejemplo, el miedo no nos deja desplegar nuestro mejor juego en el momento del partido, sin importar, que tanto hayamos entrenado si el miedo nos invade no podremos dar el máximo, junto a ese miedo podremos encontrar la falta de confianza en sí mismos, cada ser humano tiene su propio coctel de emociones.
¿Y que tiene que ver todo esto con las recompensas en medio de la pandemia?
La crisis nos ha permitido parar por un momento en la vorágine de la cotidianidad y hacernos preguntas, reflexionar acerca de quienes estamos siendo en las diversas áreas de nuestra vida, la mayor recompensa es esta… el poder tener la grandiosa oportunidad de construir un futuro diferente entendiendo que vivimos como jugamos, que hay relaciones y maneras de relacionarnos con nuestra familia en especial con nuestros padres, nuestras parejas, nuestros amigos que afectan diferentes áreas de nuestra vida, incluida nuestra vida deportiva, el premio mayor está en poder en medio de la crisis hacer una pausa y mirar lo que antes era invisible a nuestros ojos y que no por ello dejaba de hacer mella en nuestro éxito o nuestro fracaso, en este artículo no pretendo ir mucho más profundo que dejar un abrebocas de lo que será un camino hacia nuestro interior, que nos permita diseñar ese futuro e irlo construyendo paso a paso desde la dignidad y el equilibrio. Quizás la respuesta es la pregunta y la salida no es hacia afuera sino hacia adentro.
Julián hoy se pregunta muchas cosas, urgando así duela para encontrar esas respuestas por sí mismo, a veces acompañado, a veces solo, él sabe que esta es una gran oportunidad y que para reconocerla tuvo que perder toda esperanza para que apareciera una nueva luz en su camino.
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Guillermo Alberto González Silva
Coach Ontológico Profesional y Deportivo
